La curiosidad de la semana


José Andrés Bilibio.
Una sola palabra lo define: ídolo. Capaz de convertir una historia clase B en un ejemplar incunable con ansias de best seller.Su trayectoria debería ser utilizada como ejemplo en las escuelitas de fútbol, para demostrarle a los pibes que hasta el menos agraciado puder lograr cosas increíbles.
Nació en Curuzú Cuatiá y llegó a Buenos Aires a los 18 años con todas las ganas de hacerse un lugar en el fútbol grande, aunque jamás imaginó que algún día podría jugar para un seleccionado.
Zaguero central de profesión, probó suerte en San Lorenzo pero duró poco tiempo y se fue a Estados Unidos para enrolarse en las filas de la Academia de fútbol de Jorge Castelli.
Un año y medio en un espacio nulo de competitividad le permitió madurar la idea de volver al país. Y aprovechó la gran relación entre “El Profe” y Noray Nakis para desembarcar en Armenio.
Ese paso hacia el fútbol del ascenso sería el más importante de su carrera. Las cosas no le salieron bien de entrada (en los primeros 6 meses jugó poco y después estuvo un año parado) pero en 1997 comenzó a destacarse. Incluso se consagro campeón pero no pudo ascender a la B Nacional porque perdió la final ante El Porvenir.
En 1999 aceptó una propuesta que luego marcaría el camino de varios de sus compañeros. Le ofrecieron irse al fútbol de Armenia y no lo dudó. Jugar en el exterior no es algo muy común para un futbolista de la Primera B. Inicialmente hizo pie en el Ararat Erevan (1999-2000) y luego de un regreso con breve participación en Los Andes (dos partidos en la 2001-02, ante San Lorenzo y Unión) volvió a hacer las valijas para actuar en el Pyunik Yerevav (2002-03), donde ganó la liga local y pudo disputar la Champions League (quedó eliminado en la segunda fase clasificatoria ante el Dínamo de Kiev) .
Eso entusiasmó a otros hombres del club Armenio, como Raúl Ruiz, Miguel Cisterna y Eduardo Dávila, entre otros, que tomaron la misma determinación que Bilibio (también se animó el ex Argentinos, Fernando Zagharian).
Aunque, como era de esperar, nuestro ídolo fue un poco más allá. No conforme con ponerse la camiseta de dos equipos ajenos a su cultura, llegó a la Selección. En 2002, el técnico Oscar López se hizo cargo del combinado armenio y como ya lo conocía de su paso por el Pyunik, lo convocó para que integre el equipo. “Como yo tenía pasaporte comunitario, me pareció importante para mi currículum. No me encariñé con el país ni con la camiseta. Lo hice por motivos meramente profesionales. Recuerdo que cuando cantaban el himno yo me hacía el distraído.Igualmente, a la hora de jugar me mataba porque eran los colores que defendía”, declaró cruelmente el defensor, y agregó “conocí un país diferente, bastante feo. Allá hay mucha pobreza: diez tipos tienen toda la plata y el resto es gente muy humilde“.
En una nota concedida al sitio MundoAscenso habló sobre la experiencia de marcar a Raúl y a Shevchenko por las eliminatorias de la Eurocopa 2004: “Fue increíble, inolvidable. Recuerdo que nos tocó jugar contra Ucrania, íbamos 2 a 0 abajo y se lo terminamos empatando. También enfrenté a Grecia, que contaba con muchos de los futbolistas que después terminaron ganando la Eurocopa de ese año“.
Ese famoso partido ante los griegos, estuvo envuelto por una polémica que reflejó el diario Marca en septiembre de 2003, en una entrevista al defensor argentino. “Sí, fue un intento de soborno a dos jugadores de nuestra selección. Tuvimos una reunión hace unas horas para hablar del tema. Mis compañeros tenían un casette grabado con la conversación y avisaron hace varios días al presidente de la Federación de que alguien en nombre de Grecia había querido comprar el partido. Entonces se denunció el tema a la UEFA“. Y sostuvo “al parecer fue un millón de dólares lo que ofrecieron y llegaron también a hablar con nuestro presidente. Él sabe quiénes son y ahora se está investigando para conocer sus identidades“.
A mediados de 2004 volvió a la Argentina y comenzó a entrenar en el CEFAR, donde comenzó a sentir la desesperación por no conseguir club. A comienzos de 2005 trató de agarrar algún pleno poniendo fichas por todos lados: “tengo solidez defensiva, buen juego aéreo y salida clara con la pelota en los pies. Aspiro a conseguir un club en la B Nacional o, si me sale el pasaporte italiano, irme a Europa. Y si me toca defender los intereses de una institución de la B Metropolitana, no hay problema, yo quiero jugar“.
Ante tanta ambigüedad, algún conjunto tenía que pisar el palito. Algunas versiones lo colocaron en el Amiens de Francia pero fue finalmente el Bolivar de Bolivia quién lo probó durante algunas semanas. En febrero de 2005 debutó en el clásico paceño ante The Strongest pero luego no encontraría el hueco para afianzarse como titular. Cansado de que lo ninguneen, en agosto de ese mismo año se incorporó al Éspoli, que venía de ascender a la Primera División del fútbol ecuatoriano. Hoy sigue en esa institución.Así es José Bilibio, un laburante del fútbol que no tiene contestador automático. Siempre atiende los llamados y dice presente donde sea, en una tétrica cancha del ascenso o en un lujoso estadio de Europa.
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